Soy un híbrido: entre coche y drama humano

¿Te has sentido alguna vez como un coche híbrido atrapado en medio del tráfico y de una vida sin frenos? Este relato hilarante te lleva por una vuelta llena de conversaciones absurdas, miedo existencial y un inesperado héroe: un cargador retráctil de coche.

Una vuelta híbrida inolvidable

¿Quién necesita terapia cuando tiene un coche híbrido?
No sé en qué momento exacto pasé de ser una persona medio funcional a convertirme en algo así como un vehículo híbrido humanoide. Sí, has leído bien: medio eléctrico, medio combustible emocional. Por fuera: elegante. Por dentro: una mente sin frenos.

Todo empezó una mañana cualquiera, esa clase de mañana en la que crees que tienes el control de tu vida solo porque has conseguido ponerte calcetines del mismo color.

La ruta del caos

Me subí al coche, enchufé el cinturón (sí, se enchufa si tú crees en la magia) y me dije: “Hoy va a ser un gran día”. No lo fue.
A los cinco minutos, ya estaba atrapado en una gloriosa retención causada, al parecer, por una señora que había decidido aparcar su coche en una rotonda “porque le pillaba de paso”.

Ahí estaba yo, atascado entre el coche de un tipo que discutía por teléfono (posiblemente sobre ovnis) y otro que escuchaba reguetón a un volumen que me hizo reconsiderar mis valores.

Fue entonces cuando tuve una epifanía: soy un vehículo híbrido, damos una vuelta por mi mente y resulta que tiene más baches que una carretera secundaria gestionada por el primo de alguien del ayuntamiento.

TE PUEDE INTERESAR

No soy perezoso. Solo soy… diferente

Conversaciones absurdas (nivel experto)

Empecé a hablar conmigo mismo. Conversaciones absurdas, de esas que harían que hasta el psicólogo te devolviera el dinero:

—¿Qué haces con tu vida, alma de cántaro?
—Intento llegar a la oficina.
—¿Y lo estás logrando?
—No. Pero al menos estoy contribuyendo al cambio climático de forma eficiente.

Y en medio de mi diálogo existencial, zas: se me muere el móvil. Pantalla negra. Ni WhatsApp, ni GPS, ni Spotify.
Miedo. Auténtico pánico. ¿Cómo se sobrevive sin memes de gatos durante más de 10 minutos?

Cannes, pero en mi coche

Y como si fuera una escena del Festival de Cine de Cannes, dramatismo incluido, me veo envuelto en una producción independiente titulada “La Odisea del Cargador Perdido”.
Porque claro, mi cargador habitual había decidido irse a vivir su vida, y el cable de repuesto solo funcionaba si lo doblabas en forma de origami japonés mientras rezabas a San USB.

Pero en medio de este apocalipsis moderno… apareció ÉL.
Mi cargador retráctil para coche.
El héroe no solicitado, el gadget olvidado en la guantera. Lo conecté y… ¡milagro! El móvil resucitó, el GPS volvió a hablarme (aunque con cierto tono pasivo-agresivo), y la vida volvió a tener sentido.

Humor, cargadores y una promesa

Desde ese día, cada vez que me subo al coche, le doy las gracias al cargador retráctil.
Es pequeño, práctico, no hace preguntas incómodas y siempre está cuando lo necesitas. Justo lo contrario a mi ex.

No exagero cuando digo que salvó mi jornada. Sin él, ahora mismo estaría en Cuenca pensando que iba a Toledo.
Así que si tú también tienes una mente sin frenos, te montas películas como en Cannes y te aterra quedarte sin batería en mitad de una conversación absurda… amigo, hazte con uno.

Te prometo que cambiará tu manera de sobrevivir en esta tragicomedia que llamamos vida moderna.

¿Qué hemos aprendido hoy, conductor de la vida?

  • Todos somos un poco híbridos: mitad energía, mitad ansiedad.
  • Las conversaciones absurdas pueden ser terapéuticas.
  • Nunca subestimes el miedo a quedarte sin batería.
  • Cannes no tiene nada que envidiar a un atasco bien dramático.
  • Un cargador retráctil de coche puede salvarte más veces de las que imaginas.
¿Y tú? ¿Estás preparado para tu próxima vuelta híbrida?

 


¡A UNA CARCAJADA DE DISTANCIA DE LA SIGUIENTE HISTORIA!

El abrigo que marcó un destino

Siempre se me olvida algo… y esta vez casi no lo cuento

Conversaciones en baños públicos

 

Deja un comentario