Ignorar tus problemas funciona (yo lo probé)

«Ignora tus problemas un rato», «déjalos de lado», «olvídalos temporalmente», «pásalos por alto», «no les prestes atención» o «desconecta», llámalo como quieras, pero pruébalo.

Deja de lado tus problemas un rato

Sí, lo sé. No se resolverán todos tus problemas por arte de magia. Cuando creo que no puede empeorar lo hace. Y si estás leyendo esto, es probable que ya lo hayas intentado todo: respirar hondo, leer libros de autoayuda, hacer yoga en YouTube con una señora que dice «fluye con la energía cósmica», y aún así… todo te sigue saliendo mal.

Es como si el universo jugara a ver hasta dónde puede estirarte sin que te rompas.
Y justo cuando piensas: “Bueno, al menos ya no puede ir peor”, pues… ¡zasca!
Cuando creo que no puede empeorar, lo hace.
Sin falta. Como un reloj suizo.

Y es que la vida tiene ese don maravilloso de burlarse en tu cara mientras tú tratas de mantener la compostura, como si nada.

Pero espera, que te cuento cómo sobreviví yo a una de esas semanas en las que todo, TODO, me salió al revés.

Todo me sale mal (y empiezo a sospechar que es personal)

Te pongo en contexto:
Lunes por la mañana. Me levanto motivado, porque el domingo por la noche me prometí cambiar mi vida. Spoiler: no lo logré.

Empiezo el día con la firme intención de ser productivo. Me siento con mi café (que ya estaba frío), abro el portátil… y pantallazo azul.
Media hora después, sigue igual.
Y yo, con esa sonrisa histérica de alguien que ya no sabe si reír o romper algo.

Decido despejarme. Me ducho.
El agua sale helada.
Mi caldera ha decidido que hoy no va a trabajar. Como yo, supongo.
Intento ver el lado positivo: al menos estoy despierto.

Abro el correo.
Un cliente me cancela un proyecto.
Otro me escribe diciendo que no le convence «el tono» de un texto que me pidió con urgencia y me pagó con tres semanas de retraso.

Y yo solo quería escribir algo decente sin que el mundo se me viniera encima.

La mente creativa en modo supervivencia

Mi cabeza, esa mente creativa que normalmente se emociona con ideas absurdas a las tres de la madrugada, ahora solo pensaba en una cosa: huir.

Pero como mudarme a otro país no era viable y renunciar a la vida adulta tampoco, hice lo que cualquier ser humano sensato haría: me senté en mi silla… y me puse a jugar.

Sí.
A jugar.
Con mis cascos puestos, el volumen a tope y el móvil en modo avión.

Y no, no se resolvió nada.
Los correos seguían ahí.
La caldera también seguía rota.
Y la vida, como siempre, esperando con ganas de lanzarme otra sorpresa.

Pero durante ese rato, pude ignorarlo todo.
Y créeme, eso ya es bastante.

Lo que nadie te dice sobre ignorar los problemas

Nos venden que hay que enfrentar todo, ser valientes, productivos, resilientes.
Pero a veces lo único que necesitas es un respiro.
Un ratito de desconexión real.
No para escapar.
Sino para que no se te caiga encima tu propia cabeza.

Y sí, lo mío fue con un videojuego.
Porque a veces, el mejor remedio para no perder la cabeza es perderte en otra realidad por un rato.
No es cobardía.
Es estrategia emocional.

La historia de mi trono

Ahora… déjame hablarte de algo curioso.

Ese día, después de tres partidas en las que me mataron sin piedad (soy manco, lo asumo), me di cuenta de algo: por primera vez en días, no tenía dolor de espalda.

¿Y sabes por qué?

Porque hacía una semana me había comprado una silla para juegos de ordenador.
Una de esas que ves y piensas: “Bah, marketing barato”.
Pero mira tú, al final se convirtió en mi refugio.

Mientras todo iba al revés, al menos tenía un sitio donde sentarme como un rey (aunque fuera un rey derrotado por un niño de 12 años en el juego).

Y desde entonces, esa silla no es solo un mueble.
Es mi zona segura.
Mi rincón donde puedo ignorar el caos y dejar que mi mente creativa respire sin culpas.

No se resolverán todos tus problemas… pero

Es más no, no tengo una fórmula mágica.
No soy gurú.
Tampoco soy coach.
Ni te voy a decir que la silla lo cambia todo (aunque oye, ayuda más de lo que crees).

Pero sí puedo decirte esto:
A veces, la clave no es resolver todos los problemas.
Es dejar de pelear contra ellos por un rato.

Apagar el ruido.
Poner la vida en pausa.
Reírte un poco de lo absurda que puede ser.
Y sí, quizás sentarte en un buen sillón y echar una partida.
No porque estés huyendo, sino porque estás cuidando de ti.

Haz la prueba: ignóralos un rato

Si tú también estás en ese punto en el que todo te sale mal,
si sientes que todo va al revés,
y que cuando crees que no puede empeorar…
adivina: lo hace…

Hazme caso:
Ponte cómodo, siéntate bien, desconecta y permítete ignorar el mundo durante un rato.
Y si todavía estás usando esa silla vieja que cojea y suena como si fuera a partirse con cada movimiento… amigo, eso también influye.
Mucho más de lo que crees.

Tu trono te espera

Si necesitas un espacio solo tuyo, donde tu mente creativa pueda respirar,
donde puedas desconectar del “todo me sale mal” y reconectar contigo…

Empieza por donde te sientas.
Literalmente.

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